Existe una relación intrínseca entre la equidad y la importancia de una cultura de datos que merece ser estudiada y puesta en acción. En especial, cuando se trata de hablar sobre la inequidad de género en los procesos de decisiones estratégicas dentro de las organizaciones sin fines de lucro (OSFL) y las empresas sociales.
Hay una estigmatización en la adjudicación de roles ejecutivos a raíz
de que, en un sistema patriarcal se presume que el poder en la toma de decisiones es un privilegio de los varones. Las mujeres líderes asumen responsabilidades en las organizaciones sin contar con acceso a un conocimiento e información medular. En muchas instancias la toma de decisiones está supeditada a factores secundarios que, al carecer de una cultura de datos limitan sus estrategias.
Según el trabajo publicado por la CEPAL con motivo de la XIII Conferencia Regional sobre la Mujer 2016, titulado Autonomía de las Mujeres e Igualdad en la Agenda de Desarrollo Sostenible, se desprende que “del reconocimiento de la diversidad se avanza hacia un enfoque de interseccionalidad que reconoce la existencia de un sistema complejo de estructuras de opresión -múltiples y simultáneas- que crean una nueva dimensión de des-empoderamiento”.
Puerto Rico no es la excepción. Según los datos del Census Bureau del 2018 publicados por el departamento del Trabajo y Recursos Humanos, las mujeres ocupan el 42% de los puestos de gerencia y su remuneración es de un 78% comparado con el salario que ganaron los hombres en los mismos puestos. Específicamente, en los puestos de principal oficial ejecutivo, las mujeres ocupaban el 28% de estos puestos y ganaban el 69.8% de lo que ganaban los hombres.
Los roles de las mujeres en puestos gerenciales han estado dirigidos a gerenciar y administrar proyectos, incluyendo supervisión. El énfasis ha estado concentrado en organizar y distribuir recursos, muy similar a lo que ha existido en sus roles domésticos. Esto no necesariamente se traduce en reconocer sus habilidades en posiciones de liderato ejecutivo.
Siendo el Siglo XXI uno de rupturas en las estructuras tradicionales a escala mundial, es urgente enseñar a más mujeres líderes en las OSFL a apoderarse de la información, analítica, la inteligencia de negocio, la comunicación digital y los datos útiles. La equidad comienza por las acciones del liderazgo y se afianza en la educación. Las mujeres tienen la oportunidad de educarse entre ellas, influenciar, movilizar y ejercer la filantropía estratégica.
Mientras más datos se logran obtener, analizar y utilizar con integridad y transparencia, más equidad aprendemos a accionar. ¿Porqué los datos cuantitativos y cualitativos son clave? He aquí algunas razones: son útiles para argumentar ante una junta de directores y establecer tácticas con los equipos de trabajo. Además, propulsan el liderazgo cuando deseamos demostrar el alcance de una iniciativa entre donantes e inversionistas sociales. También, ayudan a clarificar las necesidades de la entidad y plantear su impacto en el trabajo realizado.
La filantropía necesita de mujeres que comuniquen sus ideas y tomen decisiones sin prejuicios. Es imperativo contar con más voces y acciones para transformar las estructuras de poder y propulsar la equidad en la educación profesional y el liderazgo.
Mariely Rivera-Hernández es la directora ejecutiva y fundadora de ChangeMaker Foundation. Es una emprendedora social creadora de Pivot-ES; podcast para líderes de OSFL y empresas sociales galardonado por los Latin Podcast Award 2020.
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